En la
vida de una comunidad ocurren acontecimientos que por su trascendencia y carga
emotiva, se convierten en referente
histórico para las actuales y futuras generaciones de sus hijos. Este es el
caso de aquel contacto en vivo que
sostuvo el pueblo del municipio de Jobabo con el Comandante en Jefe Fidel Castro
Ruz, el 31 de marzo de 1996..
Y no
podía ser de otra manera, porque de los
muchos momentos trascendentales vividos por sus habitantes durante los más de 100
años de existencia, ninguno de ellos hizo estremecer de tal manera los corazones como este suceso, cuyo
aniversario 20 fue rememorado en un
matutino especial, celebrado en la mañana de este jueves en el memorial
del mártir revolucionario Rosendo Arteaga.
Al
respecto y como parte de las actividades de homenaje que se desarrollan en la
provincia al calor del cumpleaños 90 del Líder Histórico de la Revolución
Cubana, 26 trae a colación pasajes de
aquella concentración a partir de la crónica que entonces publicó, porque como
dice el refrán, recordar es volver a vivir, mientras que permitirá a los
jóvenes que por aquella época no habían nacidos o apenas tenían meses, hacerse una idea más exacta de la
magnitud de lo acontecido.
MEMORABLE ENCUENTRO
Tan
pronto se supo de su presencia se formo el corre-corre. Israel sale a la calle
y a viva voz grita:“! Caballeros, Fidel,
Fidel, vamos para la plaza (La Punta)!”. Raquel brinca de alegría, mientras el
pequeño Erlán echa a un lado los
juguetes y sale disparado en busca de su mamá.
Al
instante los fogones se apagan y la comida queda a medio hacer. Puertas y
ventanas se cierran. Un silencio invade a la mayoría de los hogares del
poblado. Hombres, mujeres, niños y ancianos se apresuran para llegar a la plaza.
Cada
rincón del municipio se estremece por el impacto de la noticia. Piquetes de
ciclistas parten raudos desde Sirven, El 12, El 9 y de otras zonas rurales
cercanas al batey. Muchos se quejan porque el acontecimiento se supo a última
hora y ya no hay tiempo para estar junto al Comandante.
El
primer contacto con el Jefe tiene lugar en la sala de análisis del central.
Allí recibe pormenorizada explicación sobre lo realizado por el “Perú” en esta
zafra, las tareas de la recuperación cañera y la inminente partida del
contingente Antonio Maceo hacia el “Argelia Libre, donde apoyará la recta final
de la cosecha.
A Fidel
se le ve contento, satisfecho por el espíritu de trabajo y de victoria de los
jobabenses y el esfuerzo que realizan los tuneros para cumplir el plan de
producción de azúcar.
Afuera
de la sala de control lo espera una representación de obreros industriales,
quienes dan vivas y corean consignas revolucionarias. Fidel lo saluda con un
apretón de mano.
De allí
a la plaza. La tarde dominical está cálida y el sol radiante. Una multitud lo
recibe con vítores. El Comandante en Jefe responde con las manos en alto a la entusiasta
manifestación.
Este
conmovedor encuentro rompe la barrera de la imaginación. Una viejita al verlo
tan cerca, solo puede exclamar ¡mira a Fidel! Y, acto seguido, cae desmayada.
Mientras, un anciano es traslado con urgencia al hospital municipal, por
principio de infarto.
No hay
espacio para más. Hasta en los árboles la gente está encaramada. Algunos
calculan en 18 mil los presentes. Yo solo sé que jamás he visto concentración
de tal magnitud en Jobabo.
En nombre de sus compatriotas, Pedro Jiménez, primer
secretario del Partido en el municipio, se dirige a los reunidos. Habla del
presente, del futuro, de la decisión de los jobabenses de mantener en alto las
banderas, tanto en la zafra como en los demás frentes. Fidel lo abraza y un
cerrado aplauso sella el compromiso.
La
emoción no cabe en los pechos de Gerónimo Fernández, José Camilo Pérez, Iván
Espinosa, Alfredo Acosta Suárez y Manuel Licea, a quienes Fidel entrega el
certificado Batalla de Palo Seco, por su meritoria labor en la campaña
azucarera.
A petición del público el Guía de la Revolución
estampa su firma en la bandera y el certificado que pone en manos de Pedro Jiménez y Juan Carlos
Pérez, director del CAI, por el cumplimiento.
Después
sube al podio. Sus palabras constituyen motivo de orgullo para un mejor trabajo
integral. Acicate especial representa el reconocimiento e la bien elaborada
estrategia para enfrentar la zafra en los colosos del norte, hasta su
culminación victoriosa.
El
mensaje esclarecedor llega a todos los tuneros, en tanto recibe numerosas
muestras de júbilo, cariño y respeto de los trabajadores, estudiantes y pueblo
en general, junto al apoyo resuelto a la Revolución y su obra.
Tras el
vibrante discurso, una niña pide permiso y sube a la tribuna. Allí le da un
beso al Comandante y le recita una poesía alegórica a su legendaria figura. Fidel la abraza y le
pregunta que si ella es la autora, a lo que responde negativamente. “¿Qué Grado
tienes? Solo cuarto grado. ! Caramba, como tú sabes!”, dice el Comandante.
Lo
ocurrido este domingo, 31 de marzo de 1996, pasa a la historia. Cada jobabense
guarda en la memoria este, su primer
contacto directo con el padre de todos los cubanos patriotas.
“SI POR UN AGUJERITO PUDIERAN VER ESTE ACTO…”
Tan grandiosa,
multitudinaria y combativa devino aquella jornada, que Fidel concluyó su
discurso diciendo…” Si por un agujerito pudieran ver este acto aquí en Jobabo,
óigame, son capaces de creer que el acto es Nueva York (RISAS Y EXCLAMACIONES
DE ¡FIDEL, FIDEL, FIDEL). Podrían ver aquí la unidad, la fortaleza y la
conciencia revolucionaria de nuestro pueblo. Terminarían cansándose, como
terminarán cansándose alguna vez; lo que estamos seguros de que no nos
cansaremos nunca somos nosotros, las presentes y futuras generaciones
(APLAUSOS).
“En
nombre de todo nuestro pueblo, y con orgullo, los saludamos a todos, los
felicitamos y los abrazamos, hermanos de Jobabo…”
Lo que
nadie allí se imaginó, ni siquiera el Comandante, era de que aquel fervoroso discurso sería el último,
hasta hoy, que pronunciaría en Las
Tunas.