Las estimaciones de la producción de
azúcar para la zafra, que en la
provincia debe comenzar el 25 de noviembre por el central Majibacoa, contemplan
un crecimiento del 54 por ciento, respecto a lo logrado en la cosecha anterior.
Tal aumento, pocas veces previsto aquí, deviene
un reto de marca mayor para Las Tunas, solo posible de cumplir si en los
indicadores de la eficiencia agroindustrial se alcanzan los valores previstos,
desde el principio hasta el final de las operaciones.
Se trata de un crecimiento físico superior a las 76 mil toneladas del dulce, propuesta que no admitirá desliz alguno, mucho menos improvisaciones y pasividad, en el cumplimiento diario de la
tarea de corte, alza, tiro, molida y producción de azúcar, cuestión que, en honor a la verdad, no ha sido la tónica que ha caracterizado las zafras tuneras en
los últimos tiempos.
Es como si de una cosecha a otra el
territorio pusiera en la órbita productiva un nuevo central, pues el aumento
que se pide supera el azúcar planificado
por el “Majibacoa” para la cercana zafra o las producciones juntas de los
ingenios Colombia y Amancio Rodríguez.
Por su puesto que el mayor aporte del dulce
para conformar el gran “pastel”, le corresponderá al Coloso Antonio Guiteras,
con 35 mil 959 toneladas, seguido por Amancio Rodríguez (15 mil 796) y
Majibacoa (siete mil 465). El resto del crecimiento (18 mil 542) estará a cargo
del “Colombia”, central que retornará al
torneo de la zafra, luego de siete años de ausencia.
Faena nada fácil pero no imposible de materializar, si como se ha
dicho el programa de inversiones y
reparaciones de los ingenios y de la maquinaria agrícola fue concebido a partir de las deficiencias acaecidas en la última campaña,
cuando ningunas de las fábricas cumplió el plan de azúcar.
Aquel insuficiente resultado tuvo su origen
en unas reparaciones muy atropelladas
por la llegada tardía de recursos, con grietas en su calidad y dilatada en el
tiempo, lo cual provocó que los ingenios, con excepción del “Majibacoa,
arrancaran sus plantas moledoras con atraso
y sin la debida comprobaciones.
Cierto es que el desfavorable comportamiento
del clima fue un factor de peso en el revés productivo, pero también es verdad
que el desaprovechamiento óptimo de la jornada, sobre todo en el horario de la
mañana, la falta de capacitación del personal, de exigencia y disciplina, la cantidad de caña atrasada y de materias extrañas que entraron a las fábricas,
entre otros tropiezos, ocasionaron inestabilidad en el suministro y la molida de materia
prima, fisuras en la eficiencia y un mayor tiempo perdido por problemas
operacionales en el “Amancio Rodríguez”.
De ninguna manera esa historia puede
repetirse en la campaña por venir, pues de lo contrario las posibilidades de incumplir los planes de
producción se acrecentarían peligrosamente, en cada eslabón que conforman la cadena zafra.
Sobre este gran compromiso, Julio García
Pedraza, director de la Empresa Azucarera, comentó que “la meta no es nada
del otro mundo, es perfectamente alcanzable si cada frente garantiza lo suyo y
lo hace bien, desde el primer momento”.