Si
hasta no hace mucho, el marabú en la Empresa Azucarera andaba como Juan por su
casa, sumando a su imperio más y más tierras sustraídas del patrimonio cañero, lo
cierto es que su reinado, en ese sector, comienza a tambalearse.
Un
primer elemento por considerar al respecto, es el enfrentamiento que sostienen,
contra esa plaga invasora, fuerzas manuales procedentes de la provincia de
Holguín, de las propias unidades productoras y pelotones de equipos pesados,
cuya obsolescencia no da respiro a la creatividad y experiencia de innovadores
y mecánicos.
De
esa manera y en franco desafió a las espinas y otras dificultades, esa tropa
computa ya más de cuatro mil hectáreas liberadas de las garras de los
marabuzales, en apenas un año y medio de acometida.
Los
principales beneficiarios de este saldo han sido áreas abastecedoras de los
centrales Colombia, Amancio Rodríguez y
el sur de Majibacoa, lugares donde la maleza logró ocupar grandes extensiones
de fértiles tierras, en las que una vez proliferaron frondosos cañaverales.
Tan
así es que, pese a lo realizado, todavía hoy se divisa una gran muralla de
matorrales que achica el espacio cultivable, en toda esa vasta zona.
El rescate de los suelos inscritos en el fondo de tierra para el referido
cultivo, signa la dirección principal del trabajo de la recuperación cañera en
los territorios antes mencionados, y de manera especial, en Colombia y Amancio
Rodríguez, con notable déficit de materia prima y abundante matorrales por
erradicar.
Su situación ha disparado de tal manera las alarmas, que en círculos
especializados se comenta que de no haber una rápida respuesta en la disponibilidad
de materia prima, llegará el momento en que uno de los dos ingenios se vea
forzado a detener la planta moledora, como ya lo hizo el “Colombia” por más de
siete años.
Pero para crecer en caña, ambos territorios necesariamente tienen que
abrirse paso entre la breña, pues sus planes de siembra están montados sobre la
base del desmonte de marabú, motivo por el cual le conceden mayor prioridad a
la tarea.
No obstante a los tropiezos, se
estima que la meta de reemplazar,
desde ahora y hasta el 2020, otras 10 mil hectáreas de marabú por caña es
tensa, pero no imposible de alcanzar si Majibacoa, Colombia y Amancio Rodríguez
enfrentan adecuadamente los retos
presentes y por venir.
El que esas tres unidades empresariales de base
de atención a productores solo tengan ocupadas con caña 33 mil 141 hectáreas,
el 31 por ciento del fondo de tierra dedicado a ese cultivo, deviene elemento demostrativo
de lo urgente que para ellas representa dar un salto de consideración en la
campaña contra el marabú y por su conducto, en la siembra de caña, objetivo
final de todo ese esfuerzo.
No olvidar que el interés de rescatar terrenos abrumados
por las malezas para ponerlo de nuevo al
servicio de la producción azucarera, persigue otro objetivo no menos importante:
acercar las plantaciones a los centrales, en virtud de lograr mayor eficiencia
económica.
De modo que, sirvan estos elementos de acicates
para avanzar sostenidamente y con mayor brío en ambos frentes de combate,
mediante el empleo de todas las herramientas al alcance, ya sean machetes,
hechas, motosierras y medios mecanizados.