En la existencia del
campesino Norge Corps Peña la tierra ocupa un lugar supremo. Comprende que de
ella depende el bienestar y sustento de
su familia y de muchas otras. Por eso no se permite el lujo de ir de parranda o
coger un “10”,
mientras el predio necesite de alguna atención. No importa si es sábado o
domingo, si el sol está que “arde” o el fango hace más lento el andar. La cuestión
es no flaquear en el empeño de poner a producir la finca.
De tal proceder se ha hecho
acompañar desde el día en que, siendo muy joven (23 años), decidió echar a un
lado la condición de mecánico de locomotora del
otrora central Perú y retornar a su natal San José para trabajar la
tierra en unión de su padre.
Aunque a la pareja le iba bien, Norge quiso probar suerte
por si solo, y le pidió permiso a su progenitor para abrir su propia estancia, en
una porción del terreno dedicado a potrero.
Fue así como, con la única
ayuda de sus dos brazos, acondicionó tres hectáreas, cavó un pozo y creó otras condiciones, a partir de
las cuales, comenzó su vida como agricultor.
Desde entonces nada ha
detenido a este hombre de campo, cuya entrega sin límite y tenacidad que inspira,
lo han convertido en un líder indiscutible del sector cooperativo y campesino
en el municipio de Jobabo y la provincia, en lo que a producción de alimento se
refiere.
Su primer gran golpe lo dio
en las hortalizas y luego en el cultivo del fríjol Velasco Largo. De la pequeña
parcela extrajo decenas de
quintales de habichuela colorada,
cientos de cebolla y miles de ristras de ajo, además de yuca, calabaza, tomate,
ajíes y maíz. De aquel brillante
estreno, 26 dio fe en su momento.
Muy pronto, sin embargo, El
Negro –así lo llaman quienes lo conocen- supo que aquel “traje” ya no respondía
a las posibilidades de su fuerza, ni a la
experiencia adquirida en el manejo de la tierra, según el tipo de
cultivo, por lo que se hizo el firme propósito de gestionar una finca de mayor
tamaño.
Ese deseo dejó de ser un
sueño en el 2008, cuando las autoridades del municipio de Jobabo respondieron a su solicitud con la entrega de
36,91 hectáreas
en usufructo, convirtiéndose así en el
primer beneficiado del decreto ley 259
-ahora 300-, en ese territorio.
Sin
darle tregua al tiempo, el sagaz agricultor pasó de una hectárea a la otra,
hasta que este año pudo cubijar la totalidad de la tierra con diferentes
cultivos, cuyo color verde oscuro, visto
a la distancia, desde el otro lado del terraplén, semeja un pedazo de mar
plantado en aquellas fértiles tierras, colindantes con el barrio de Las
Caballerías.
Lo
cierto es que para satisfacción suya y asombro de otros, El Negro acaba de protagonizar
un acontecimiento productivo, que la historia guardara en sus archivos como el
primer campesino de la provincia de Las Tunas, en recoger cerca de 900 quintales de maíz seco,
en una cosecha de primavera.
Tal resultado confirma que El Negro –así lo llaman quienes
lo conocen- no se equivocó cuando a las casi 37 hectáreas de tierra
recibida en usufructo le puso por nombre la Finca el Granero, pues también incursiona con
éxito en el cultivo de fríjol, preferentemente de la variedad conocida por
Velasco Largo.
“Contento si estoy, pero no
satisfecho, porque de haber atendido mejor a las plantaciones y disponer a tiempo de los recursos, hoy
estuviéramos hablando de más de mil quintales y de un rendimiento por hectárea
superior”, confesó el destacado productor.
Aun así, es de aplaudir la
cantidad de divisa que El Negro le economiza al país año por año, mediante la producción de alimento que sustituyen
importaciones, especialmente fríjol para el consumo humano y maíz en granos secos, para el desarrollo de los
programas de la masa porcina en Las Tunas.
De
modo que la Finca El
Granero, no solo se perfila como un sitio de potenciales perspectivas, sino
como una estancia que bien pudiera servir de referencia, para gran parte de los
productores de alimento en la provincia de Las Tunas.
Y
lo digo porque paralelamente con el progresivo avance alcanzado en el cultivo de los mencionados
granos, este hombre, de 44 años de edad y amante de la naturaleza, también irrumpe
por la puerta ancha en la producción de plátano vianda, yuca y calabaza,
gracias, como él mismo apunta, “al apoyo de mi hijo y esposa Norge y Ángela y
al de los cinco obreros que doy empleo.
Lo
alcanzado por él constituye la expresión más elocuente de cuanto ha avanzado
jobabo y en general la provincia, en la producción de alimento que sustituyen
importaciones
Por
esa capacidad de simultanear los cultivos, su esfuerzo sostenido y entrega sin
límite al trabajo, es que me atrevo decir que Norge Corps Peña simboliza y
encarna a la vanguardia más productiva de nueva generación de campesinos, que
va surgiendo al calor de la entrega de tierra en usufructo.
Creo,
de igual forma, que por la hazaña materializada en la cosecha del grano familia
de la gramínea, sus compañeros de fila
no me reprocharían si al sobrenombre de El Negro, ahora le agrego el de El Rey del
Maíz Seco.