jueves, 4 de septiembre de 2014

El peligro asecha



El peligro asecha
Desde mi condición de chofer y profesional de la prensa, siento la necesidad de hacer algunas consideraciones  acerca  del comportamiento de los conductores, peatones y pasajeros en la vía pública, con la esperanza de promover un acompañamiento ciudadano más afectivo en la batalla que libran las instituciones especializadas, contra los accidentes del transito.
El asunto adquiere particular vigencia en los momentos actuales, pues la reciente apertura del curso escolar hace que un  gran  número de personas utilice las vías, razón por la cual los que van detrás del volante deben ser muy cauteloso en lo que a velocidad, atención a la conducción y cruce de peatones, se refiere.
Lo anterior es válido para todas las familias tuneras, especialmente para las personas encargadas de la custodia de los infantes, adolescentes y jóvenes, a quienes corresponde utilizar correctamente las aceras, cruzar las calles por los lugares apropiados y mantener una conducta adecuada en los ómnibus.
Con una alta prevalencia nacional, los accidentes del transito se pueden evitar o reducirse a la mínima expresión si todos los usuarios de la vía -conductores de vehículo automotor,  bicicletas, coches, carretones y peatones- se conducen con prudencia, disciplina y responsabilidad.
Pese a los esfuerzos del país por  erigir un muro de contención, a lo que se considera como la primera causa de muerte para los jóvenes y la quinta en general, lo cierto es la desgracia de los accidentes del transito continúa siendo noticias frecuentes en los medios masivos de información, como resultado, casi siempre, de una violación provocada por la irresponsabilidad.
La entrada en vigor en marzo del 2011 de la Ley 109 Código de Seguridad Vial  -mucho más restrictiva y severas que las anteriores- no logrará los efectos deseados, si la población en general y en particular los chóferes, no ganan en conciencia y en educación vial.
Se ha podido constatar  que la inmensa mayoría de las infracciones  de la dinámica que se impone en las vías, ocurren por el desconocimiento de algunas de las especificidades de la ley, elemento negativo detrás del cual se ocultan los peligros cotidianos que asechan en las carreteras, calles y caminos.
De ahí que el conocimiento debe ser una prioridad para quienes  estamos en la obligación de respetar lo dispuesto en la nueva legislación, en virtud de prevenir lamentables accidentes y sus consecuencias.
Mientras mayor preparación se tenga al respecto, la población estará en mejores condiciones de salirles al paso a los irresponsables que ponen en riesgo la vida de los demás y la suya propia, mediante la ingestión de bebidas alcohólicas, el exceso de velocidad, insuficiente atención a la conducción del vehículo y violaciones al derecho de vía, entre  otras infracciones del transito. Qua nadie se crea el disparate que afirman algunos conductores, en el sentido de que: “cuando me doy dos tragos es cuando mejor manejo”. Esta demostrado que el alcohol afecta la capacidad para conducir en la percepción visual, el tiempo de reacción, y en la coordinación motriz;  un chofer que haya consumido bebidas alcohólicas incrementa el  riesgo de accidente 1,5 veces más, que otro sin alcohol en la sangre.
De modo que la batalla por evitar o disminuir los accidentes del transito en la provincia, tiene en el factor humano su eje motriz,  aunque también deben tenerse en cuenta los desperfectos mecánico del vehículo y las condiciones de las vías.

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