El
peligro asecha
Desde mi condición de chofer
y profesional de la prensa, siento la necesidad de hacer algunas
consideraciones acerca del comportamiento de los conductores,
peatones y pasajeros en la vía pública, con la esperanza de promover un
acompañamiento ciudadano más afectivo en la batalla que libran las
instituciones especializadas, contra los accidentes del transito.
El asunto adquiere particular
vigencia en los momentos actuales, pues la reciente apertura del curso escolar
hace que un gran número de personas utilice las vías, razón
por la cual los que van detrás del volante deben ser muy cauteloso en lo que a
velocidad, atención a la conducción y cruce de peatones, se refiere.
Lo anterior es válido para
todas las familias tuneras, especialmente para las personas encargadas de la
custodia de los infantes, adolescentes y jóvenes, a quienes corresponde
utilizar correctamente las aceras, cruzar las calles por los lugares apropiados
y mantener una conducta adecuada en los ómnibus.
Con una alta prevalencia
nacional, los accidentes del transito se pueden evitar o reducirse a la mínima
expresión si todos los usuarios de la vía -conductores de vehículo
automotor, bicicletas, coches,
carretones y peatones- se conducen con prudencia, disciplina y responsabilidad.
Pese
a los esfuerzos del país por erigir un
muro de contención, a lo que se
considera como la primera causa de muerte para los jóvenes y la quinta en general, lo cierto es la
desgracia de los accidentes del transito continúa siendo noticias frecuentes en
los medios masivos de información, como resultado, casi siempre, de una
violación provocada por la irresponsabilidad.
La
entrada en vigor en marzo del 2011 de la
Ley 109 Código de Seguridad Vial -mucho más restrictiva y severas que las
anteriores- no logrará los efectos deseados, si la población en general y en
particular los chóferes, no ganan en conciencia y en educación vial.
Se
ha podido constatar que la inmensa mayoría
de las infracciones de la dinámica que
se impone en las vías, ocurren por el desconocimiento de algunas de las
especificidades de la ley, elemento negativo detrás del cual se ocultan los
peligros cotidianos que asechan en las carreteras, calles y caminos.
De
ahí que el conocimiento debe ser una prioridad para quienes estamos en la obligación de respetar lo
dispuesto en la nueva legislación, en virtud de prevenir lamentables accidentes
y sus consecuencias.
Mientras
mayor preparación se tenga al respecto, la población estará en mejores
condiciones de salirles al paso a los irresponsables que ponen en riesgo la
vida de los demás y la suya propia, mediante la ingestión de bebidas
alcohólicas, el exceso de velocidad, insuficiente atención a la conducción del
vehículo y violaciones al derecho de vía, entre
otras infracciones del transito. Qua nadie se crea el disparate que
afirman algunos conductores, en el sentido de que: “cuando me doy dos tragos es cuando mejor manejo”. Esta demostrado
que el alcohol afecta la capacidad para conducir en la percepción visual, el
tiempo de reacción, y en la coordinación motriz; un chofer que haya consumido bebidas
alcohólicas incrementa el riesgo de accidente 1,5 veces más, que otro sin
alcohol en la sangre.
De
modo que la batalla por evitar o disminuir los accidentes del transito en la provincia,
tiene en el factor humano su eje motriz,
aunque también deben tenerse en cuenta los desperfectos mecánico del
vehículo y las condiciones de las vías.
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