La cultura en la producción
de alimento ha calado tan hondo en la sociedad cubana, que es difícil encontrar
vivienda con patio que no tenga plantado alguna especie de cultivo varios, de fruta,
de hortaliza o plantas medicinales.
Resultado de esa gestión comunal, es este formidable racimo de plátano
que coseché en una esquinita del reducido espacio que utiliza mi esposa, señora
Odalis Pérez Esquivel, para tender la ropa lavada.
Hermoso ejemplar de la variedad Felipita, que causo el asombro y admiración
de vecinos y familiares, por el tamaño y
calidad de los 121 bananos que se
disparó, en ocho manos.
Delicioso al paladar por la
dulzura y suavidad de su fruto, puedo añadir, como dato curioso, que la primera
mano del racimo contaba con 31 plátanos.
Las instantáneas captadas por el
lente del foto-reportero Ernesto Peña Leyva, en las que aparecemos mi nietecita
Gabriela y yo, dan fe del soberbio tallo
de plátano.
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