La buena imagen que presenta el programa del tabaco en el tunero municipio
de Jesús Menéndez, obedece, entre otras razones, a resultados como los que
obtiene el productor Rigoberto
Labrada Marrero.
Allá, en la comunidad de Salgacero, se revela como uno de los labriegos más
aguerridos y eficaces de la provincia, al obtener resultados en la producción de la aromática hoja y de
cultivos varios que acrecientan su
prestigio y lo hacen merecedor del reconocimiento de la sociedad.
“Generalmente obtengo buenos resultados en la
producción y también en lo económico. El año pasado, por solo citar un ejemplo,
de 44 quintales de tabaco entregué 70. Imagínese lo contento que me puse al ver
en mi bolsillo aquella bola de dinero, cercano a los 90 mil pesos”, dice, sin
ocultar una leve sonrisa de satisfacción.
De mediana estatura, carácter afable y
respetuoso, este campesino ha podido hacer fortuna, gracias a la tierra que el
Estado le entregó en usufructo mediante el Decreto Ley 259, en áreas que hoy
ocupa la cooperativa de créditos y servicios Antonio Relegado, a la cual
pertenece.
Rigoberto da empleo a ocho trabajadores,
incluyendo a uno de sus hijos, quienes bajo su conducción, han hecho progresar
la finca hasta tal punto, que pudiera
ser declarada como un sitio de referencia para los agricultores del norteño
municipio, y por qué no, de más allá de sus fronteras.
Y no solo en el tabaco, sino también en los
cultivos varios, frente en el que también ha incursionado con éxito mediante la
certera estrategia de rotar la tierra con otros plantíos.
Es así como ante los desbarajustes
ocasionados por el huracán Irma a la agricultura de la zona, su respuesta a la urgencia
de acelerar la siembra de cultivos de siclo cortos, no se hizo esperar. De ello
dan fe las 14 hectáreas plantadas de boniato, dos de maíz, una de calabaza y la
recuperación de 26 de plátano burro, varias de las cuales ya en producción.
Sostiene como bandera que mientras a la finca
haya que hacerle algo no se le puede dejar sola ni un solo día, ya sean sábados
o domingos, porque las yerbas no descansan ni van a fiestas.
Manifiesta ser un fiel defensor de la
diversificación y de la siembra escalonada, porque siempre “tengo algo que
cosechar y aportar a la mesa de las familias de mi pueblo”, señala.
Campesino
con los pies bien plantaos en el surco,
casado y con tres hijos, Rigoberto
Labrada Marrero bendice el día en que
tomó la decisión de elegir a la tierra como empleo. “Es verdad que es muy exigente y te hace sudar la gota
gorda, pero una vez que la domina y la pones a parir, la satisfacción y el
bienestar son inmensos”, dice a modo de despedida quien goza de una
elevada reputación, del cariño y la admiración de todos los que lo rodean.
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