martes, 30 de agosto de 2016

Ellos necesitan de tu ayuda

Días atrás estaba en una de las colas que se forman en la Feria Agropecuaria para adquirir productos, cuando desde su bicicleta un limitado físico-motor pregunto ¿Alguien puede comprarme el pan? Al instante uno de los más cercanos al mostrador  se adelantó y le pidió el bolso y el dinero.
Aunque la solidaria acción es común entre los cubanos, toda regla tiene sus excepciones, pues para  sorpresa mía observe como alguien  de  los allí presentes miró al impedido con cara de poco amigos, al tiempo que  murmuró una frase, al parecer de desaprobación por tan humanitario gesto.
Cierto es que las colas impacientan y si andas apurados mucho más. Sin embargo, ello no puede ser motivo, en  modo alguno,  para censurar a quienes por sus limitaciones necesitan del apoyo de los demás  para procurarse los alimentos, recibir otros servicios  y salvar obstáculos atribuidos a las barreras arquitectónicas.
A este segmento de la población, el Estado le garantiza la plena inserción  a la sociedad, desde todos los puntos de vistas: humana, espiritual, laboral y formativa. Entonces, hagámosle más fácil ese proceso de integración siendo más comprensivo y demostrándole  en todo momento, un sentimiento de solidaridad y de respeto.
Además de esos derechos,  los limitados físico-motores cuentan con la debida protección  gubernamental. Constancia de lo anterior es la carta circular emitida en el  2000 por el Ministerio de Comercio y con plena vigencia, en la que se esbozan las prioridades que  se les deben dar a esas personas, a la hora de solicitar cualquier servicio, en las diferentes unidades.
Consultado al respecto, Rolando Medero Hernández, presidente de la Asociación Cubana de Limitado Físico-Motores (Aclifin) en la provincia, valoró de importante el que se conozca la existencia de ese documento para evitar malos entendidos, incluso entre los administradores, pues algunos de ellos lo ignoran o hacen caso omiso de  sus reglamentaciones, en los momentos de facilitarle  los servicios a las personas con cierta  incapacidad.
De igual forma hay asociados irresponsables que violan lo establecido, pues al personarse a las unidades no portan el carné ni piden permiso a los que  están en la cola.
En las ferias dominicales de venta de producto del agro se han  sorprendido a ciudadanos totalmente sanos portando el carné de impedido y a algunos de estos comprándoles  a personas por dinero, razones por  las cuales se les ha retirado el documento  oficial a varios de ellos.
Pero más allá de las situaciones subjetivas que tienen que ver con la conciencia y el corazón,  los cerca de cinco mil afiliados de la Aclifím, afrontan otros  obstáculos no menos preocupantes.
A pesar de las reiteradas peticiones a los organismos e instituciones para  que eliminen, lo más rapido posible, las barreras arquitectónicas que afectan el desplazamientos  de los discapacitados, lo cierto  es que en Las Tunas, poco se ha hecho en ese sentido.
Y es lógico que así ocurra, porque según Medero Hernández,  desde hace tres años el plan elaborado al efecto, todavía espera por el Consejo de la Administración  Provincial para su aprobación.
Es verdad que no todo se puede solucionar tan pronto como uno quisiera,  pero ¡tanto tiempo para darle el visto bueno a un programa tan sensible como el que nos ocupa!  ¿Cuánto más habrá que esperar por ese momento? Vaya usted a saber.
Sirvan estos razonamientos de acicate  para que las instituciones y la sociedad, hagan mucho más por mantener entre los limitados físico-motores ese entusiasmo por la vida y la voluntad de no dejarse rendir  por situaciones como las aquí descritas, porque el mundo también es suyo, con las mismas oportunidades que ofrece a todos por igual.


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