A propósito de
la celebración en La Habana del XIV Congreso Internacional sobre caña de azúcar y derivados,
cuyas deliberaciones se extenderán hasta el viernes, me parece oportuno
actualizar al lector acerca de cuanto ha hecho Las Tunas en función de cumplir
la política trazada por el país para el tema objeto de análisis por los más de
700 delegados presentes en la cita..
Sin en el menor atisbo de regionalismo y mucho menos de exageración, lo primero que debo decir es que si ahora
mismo, la dirección del Grupo Empresarial Azcuba decidiera posesionar a las provincias por los
resultados alcanzados en el programa de la diversificación para incorporarle al
azúcar mayor valor agregado, lo más seguro es que Las Tunas aparezca en la
vanguardia nacional.
Esa hegemonía
obedece a una labor de años, que en la última etapa se ha acentuado en el
territorio, con la apertura de nuevas plantas que posibilitan un uso más
integral de la caña, a partir de sus potencialidades para producir alimento y
energía.
Tal es la
importancia que se le concede a la tarea, que
varios Lineamientos de la Política Económica
y Social del Partido y la
Revolución aprobados en el Vl Congreso del Partido, se
refieren a la necesidad de incrementar, de manera progresiva, la producción
cañero-azucarera, los derivados y la diversificación.
A
tono con ese apremio los trabajadores agroindustriales tuneros vienen dando
pasos, conscientes de que el futuro inmediato de la economía no reside únicamente
en lo que representa el valor del azúcar, sino, además, en el aporte monetario por concepto de
electricidad, alcohol, alimento animal y otros renglones provenientes de la
biomaza que genera la cosecha de la caña.
De
modo tal que a las 20 fábricas con tiempo de explotación, en la etapa más
reciente se sumaron otras cuatro para la producción de cera fina y alimento
animal en los centrales Majibacoa, Amancio Rodríguez, Colombia y Antonio Guiteras.
Al
valorar el rol de los derivados aquí, especialistas de la Empresa Azucarera, apuntaron
que al territorio le corresponde garantizar el 30 por ciento de la
producción nacional del alcohol, el 32
de CO2 y el 20 de rones, además de tener la exclusividad en la fabricación de
tableros y cera fina.
Actualmente
la provincia produce cerca de 30 tipos de derivados, entre los que figuran
diferentes variedades de bebidas, de alcoholes, de alimento animal, tableros,
biogás, hielo, CO2, cera, electricidad…Además cuenta con una fábrica de
botellas.
Pero
el verdadero impacto económico-social que en el territorio tiene el programa de
los derivados se comprende mejor, cuando se habla de un ingreso al
presupuesto estatal que anualmente ronda los 30 millones de pesos en
moneda nacional y una cuantía importante en divisa por concepto de la exportación de alcohol, rones especiales y
la venta en frontera de ese último surtido.
En
la visión estratégica sobre el asunto, los versados en la materia consideran
que la utilización de la caña permite un procesamiento industrial en un ciclo
cerrado de aprovechamiento integral, que llega hasta los residuales, de modo
que estos no causen daño al medio ambiente y al mismo tiempo tengan utilidad
económica y un beneficio social tangible, como en el caso de la provincia,
donde los derivados proporcionan empleo
a más de 700 personas.
Aún
cuando posiblemente ninguna otra provincia haya hecho más por la
diversificación y los derivados de la caña que Las Tunas, lejos están los
trabajadores de esa rama de regodearse por lo alcanzado, pues reconocen lo
mucho que resta por hacer, hasta alcanzar el máximo de aprovechamiento de las
potenciales productivas instaladas en las plantas procesadoras, las que a su
vez se han visto limitadas por los insuficientes resultados obtenidos en la
recién finalizada zafra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario