En Cuba cada vez más crece el número des
personas que pasan la barrera de los 100 años de existencia. Una de ellas, es
la tunera Romilia Ávila Santiesteban.
Al agasajo organizado por sus hijos y nietos
asistió 26 digital. En verdad fue
una bonita fiesta, celebrada a la sombra del acogedor bosque de frutas que circunda la morada,
allá en la humilde comunidad de campesinos
de San Gregorio, distante a pocos kilómetros de la capital provincial.
Emperifollada desde los pies hasta la cabeza,
con los labios pintados, un hermoso vestido de seda estampado color tabaco y portando la corona ganada en buena
lid al almanaque, se presenta ante nosotros Romilia, quien a estas alturas de la vida se jacta de tener
fuerza y energía para echar un pasillo,
sin apoyo alguno.
A pesar de que a ratos la memoria le falla,
la alegre y graciosa anciana trata de bucear en el mar de los recuerdos y,
aunque no puede sacar a flote todas las vivencias de un
siglo, asegura que “fui y soy muy feliz. Vivo agradecida de mi familia,
de la Revolución, de Fidel y de Raúl”.
Nacida el 6 de julio de 1917 en la finca Almendrares, lugar donde conoció de la mano de sus padres los rigores
del campo, esta longeva también se desempeñó como ama de llaves de la familia
adinerada de Los Gamboa, posición que aprovechó para enviar, a través de los
cocheros que traían la leche, medicamentos hacía la zonas de operaciones del 26
de Julio en Almendares y la Finca La Blanquita, según atestiguan parientes
allegados.
Romilia es madre de tres hijos, quienes les
dieron 10 nietos, 13 bisnietos y 10 tataranietos, muchos de ellos tuvieron que
recorrer largas distancias para estar,
junto a ella, colmarla de besos y caricias, en tan memorable fecha.
“Yo no esperaba esto. Verlos a todos aquí es
el mejor regalo que me han hecho”, dice, mientras ciñe contra su pecho a familiares con años sin
verlos.
Otro momento emotivo, fue cuando Rolando
Ávila, Delegado de la Circunscripción del Poder Popular en San Gregorio, puso
en sus manos, en nombre del Grupo de Trabajo Comunitario y de todos los vecinos,
un hermoso ramo de flores, momento que la veterana aprovechó para reafirmar: “yo
soy revolucionaria de alma”.
A Romilia se le ve alegre, activa y elegante. Al tanto de lo
que ocurre en su entorno, confiesa no tener receta que ofrecer para vivir una
centuria. “A lo mejor es porque siempre he tenido buena salud, por la atención
y consejos de los médicos o porque me cuido mucho la boca”, dice y dibuja una
picara sonrisa.
Así, entre abrazos, besos y risas la tarde
cae y mientras se ponen a punto variedades de golosinas, grande y chicos se apiñan
debajo de la arboleda para cantarle a Romilia FELIZ CUMPLEAÑOS, tal como realmente disfrutó el agasajo que le
levantó el ánimo y le permitió valorar los lindos momentos que la vida aún le
ofrece.
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