Todo esfuerzo que se haga en función de las
mejoras tecnológicas de los centrales, a partir de inversiones y reparación de la maquinaria, debe ir de la mano con la capacitación del capital
humano.
De poco serviría afinar los “hierros” si los
encargados de operarlos no lo dominan. Es por eso que el adiestramiento de la fuerza laboral debe
verse como un factor de suma importancia dentro del conjunto de acciones que se
acometen antes y durante el desarrollo de la zafra, en virtud de lograr el
objetivo final: cumplir el plan de producción de azúcar, con eficiencia y
calidad.
Se trata de concebir un sistema integral de
trabajo que defina con claridad la necesidad de avanzar, en la organización
empresarial, hasta alcanzar un equilibrio armónico entre el desarrollo tecnológico y la preparación de los recursos humanos,
tal y como lo vienen haciendo en el central Majibacoa.
Esa buena experiencia, en ascenso desde hace
algunas contiendas, que debe extenderse al resto de los centrales y sobre todo
en Colombia, pues tras varios años de inactividad productiva perdió a buena
parte de su fuerza técnica y ahora depende, en gran medida, de noveles trabajadores y de especialistas del “Amancio
Rodríguez”, ingenio que no intervendrá
en la próxima campaña.
Desde ya Las Tunas busca un sustancial
incremento en la producción de azúcar respecto a la cosecha anterior, pero ese
salto no solo descansa en unas
reparaciones a tiempo y con calidad, sino, además, en el desempeño posterior que tenga, en su
puesto, cada jefe, técnico, especialista
y trabajador.
Por eso soy del criterio que el
adiestramiento debe verse como un proceso que se desarrolla todo el año y que,
en la práctica, supera por amplio margen la cifra oficial de trabajadores agroindustriales –ahora suman
mil 419- seleccionados por los
departamentos de Recesos Humanos para recibir los cursos, seminarios y
conferencias planificados, a partir del diagnóstico de las necesidades de
capacitación.
Para que todo salga bien en esta y las futuras zafras, el jefe de cada
área debe asumir el rol de instructor, y de hecho lo es, porque al estar al tanto de lo que hace cada uno de
sus obreros puede corregir de inmediato cualquier falta o chapucería, ejercicio
que deviene en una acción de capacitación, mediante la cual se evita el tiempo
perdido por rotura y mala operación.
Si el objetivo de la capacitación es lograr
en los trabajadores en ejercicio o de nueva incorporación, los hábitos de
conducta que propicien la mayor eficiencia en el desempeño de sus funciones, entonces
es válido todo lo que hagan los centrales en función de involucrar en la tarea
a todo el dirigente, técnico, especialista
e, incluso, a los jubilados, con capacidad de contribuir a tan importante empeño.
Hay que actuar con la máxima de que no pueden
lograrse molidas altas y producciones
del dulce acorde con lo establecido para cada jornada, si no se cuenta con una
industria competente y con trabajadores y cuadros formados profesional y
técnicamente capacitados, especialmente en los puestos más complejos y
decisivos de los ingenios.
Es una realidad que, por su importancia, la
dirección del capital humano, tanto en
la Empresa como en las unidades empresariales de base, siguin de cerca, en
virtud de poner a la agroindustria
azucarera tunera en condiciones de
responder con prontitud, al resto de
hacer una zafra 2019-2020, superior y
más eficiente.
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