Si bien el alto nivel alcanzado por el país
en la generación y modernización de las redes eléctricas han desterrados de la
vida nacional los apagones, ello no quiere decir, de ninguna manera, que el
vital servicio este exento de afectaciones,
sobre todo en el horario pico o de mayor demanda, comprendido entre las cinco
de la tarde y nueve de la noche.
Solo con su contribución, la mía y la de
todos los tuneros podemos impedir que se concrete la afectación que cuelga
sobre los hogares, centros de trabajo y unidades de prestación de servicios,
desde que comenzó a regir el horario normal o de invierno, como también se le
denomina.
Y por si alguien pone en tela de juicio tales
posibilidades, pongo a su consideración el siguiente dato: Si antes del día 4
del mes en curso, fecha en la que se produjo el cambio de hora, la provincia
registraba un consumo que rondaba los 90 MW/h durante el pico eléctrico, a partir de ese momento el gasto se elevó a
103 MW/h, cifra que si bien está por debajo de lo planificado, no deja de
constituir una preocupación para los especialistas.
De ahí el llamado formulado por la Oficina
Nacional para el Control del Uso Racional de la Energía (ONURE) a las familias
tuneras, colectivos laborales y cuentapropistas para que adopten las medidas
pertinentes, a fin de usar solo los
equipos y luminarias indispensables, durante el intervalo de tiempo en que la demanda
de consumo pone en aprietos a las unidades generadoras de electricidad.
Quizás
y algunos coterráneos no perciban la posibilidad real de las
afectaciones que puedan ocurrir, sobre todo entre el segmento poblacional que
vivió aquella aterrador período en la que la provincia permanecía sin
electricidad la mayor parte del día y de
la noche, y que ahora se regocijan por
la solidez y confiabilidad alcanzada por
el Sistema Electroenergético Nacional (SEN), a partir de la Revolución
Energética, cuyas labores se tradujeron
en bienestar y calidad de vida para la población.
Ante semejante mejoras no deja de ser una
realidad que cualquier interrupción en el suministro de electricidad, por
pequeño que sea, causa incomodidad en las familias, máxime si estos acontecen a
la hora de enchufar los equipos de cocción a la corriente.
Por eso debemos ganar en conciencia en que
por más acciones que acometa el Estado para proteger en lo posible al sector
residencial, ese esfuerzo podría no tener los efectos deseados, de persistir la
tendencia al aumento del consumo en los hogares, el cual alcanza su clímax
justo a las 6 y 10 de tarde, según los especialistas.
Debo aclarar, sin embargo, que Cuba cuenta
con capacidad de generación para enfrentar cualquier exigencia, pero en las
condiciones de estrecheces en que se
desenvuelve la economía, y por demás, en medio de un bloqueo recrudecido, no es
posible gastar más combustible en generar electricidad por encima del plan
asignado a la provincia.
De ahí
la urgencia de que en las viviendas, centros de trabajo e instituciones desempolven
las medidas de ahorros y adopten cuantas iniciativas conciban, en función de
utilizar racional y más eficientemente el fluido eléctrico, durante el horario
de mayor demanda.
En aras de contribuir al empeño, les
recordamos algunas de las medidas de ahorra de mayor impacto en la zona
residencial –responsable del 85 por ciento del consumo total de la provincia,
tales y como revisar los aparatos que al conectarse produzcan chispas o
calienten el cable, siempre que pueda evite enmarcar la cocción de los alimentos
dentro del horario pico, así como conectar turbinas para bombear agua.
Planchar la mayor cantidad de ropa en una
sola sesión, desconectar el aire acondicionado al salir de la habitación, iluminar
exclusivamente los espacios que requerimos con lámparas y tubos adecuados.
Siempre que sea posible, aprovechar la iluminación natural.
Todo lo que hagamos en función del ahorro,
protegerá nuestros bolsillos y evitara al país desembolsos adicionales,
dirigidos al financiamiento de importaciones de combustibles, para cubrir los
sobregiros del consumo planificado.
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