miércoles, 6 de mayo de 2015

La caña y su impacto económico-social




Probablemente varios de los labriegos que en Las Tunas han optado por la caña como la fuente principal de sus ingresos, desconozcan o no tengan plena conciencia de  la importancia estratégica que representa ese cultivo para la economía nacional.
Tanta es su influencia, que expertos en el tema no descartan la posibilidad,  de que en Cuba  no exista otra planta con la capacidad  que tiene la caña de servir de fuente de materia prima para generar la cantidad de producciones que de ella se derivan.
No es casual, por cierto, que el Lineamiento 209 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, comience diciendo que: “La agroindustria azucarera tendrá como objetivo primario incrementar de forma sostenida la producción de caña…”
De modo que, con este comentario pretendo poner al tanto a los productores, especialmente a los 215 usufructuarios que se estrenan en esos menesteres, de las virtudes y ventajas económicas, energéticas y ambientales que tiene  el cultivo de referencia.
Así pues, la agroindustria de la caña puede y debe contribuir a enfrentar, en un futuro inmediato, tres importantes desafíos que hoy afronta la humanidad: La producción de alimentos, el déficit energético y la preservación del medio ambiente.
De ese vegetal se pueden obtener importantes producciones de energía eléctrica, alcohol (biocombustible, materia prima), azúcar, mieles finales (para el  consumo animal y otras producciones), biogás y varios derivados más, con alto valor agregado.
Además de autosustentarse tanto de la materia prima que requiere para su funcionamiento como desde el punto de vista energético, la agroindustria azucarera es capaz de entregar cantidades importantes de excedentes de electricidad al Sistema Electroenergético Nacional (SEN) y otros subproductos y derivados. Tan significativo es el ahorro de combustible que el país logra por esa vía, que algunos avezados en el asunto lo identifican o le conceden la importancia de un nuevo pozo de petróleo.
Y no le falta razón, porque el actual y futuro escenario la economía mundial se proyecta sobre una fuerte dependencia del petróleo, lo cual crea condiciones para la búsqueda de alternativas basadas en fuentes renovables y no contaminantes, donde la caña ocupa un lugar destacado para el desarrollo de la bioenergía en busca de la sostenibilidad y la protección del medio ambiente.
De modo que esas características le confieren al polo agroproductivo azucarero  especial protagonismo, en la batalla que libra Cuba por incrementar los fondos exportables y a la vez sustituir importaciones.
En ese sentido, la agroindustria azucarera tunera está llamada a desempeñar un rol decisivo, al extremo de que solo por concepto de las producciones de los derivados debe ingresar este año a la economía nacional más de 30 millones de pesos y una suma nada despreciable en divisa,  provenientes de la exportación de alcohol y del comercio en frontera de rones especiales.
Pero sus ventajas no solo se circunscriben al aspecto económico. En lo social  su impacto es tremendo, pues además de constituir la principal fuente de ingreso y de empleo, las unidades productoras intervienen -con fuerza y dinero de su fundo- en las reparaciones de consultorios del Médico y la Enfermera de la Familia, bodegas, parques infantiles y otras instituciones, mejorando de esa manera las condiciones de vida en los bateyes y asentamientos poblacionales que circundan las fábricas y plantaciones.
De manera que, mi mayor  deseo  es que estas observaciones sirvan de acicate y estímulo, para que los productores no desmayen en el empeño de hacer realidad los planes presentes y futuros de siembra y de avanzar sostenidamente en los rendimientos por hectáreas, hasta que la provincia disponga de caña para 150 días de zafra.



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