Tanta es su influencia, que expertos en el tema no descartan la
posibilidad, de que en Cuba no exista otra planta con la capacidad que tiene la caña de servir de fuente de
materia prima para generar la cantidad de producciones que de ella se derivan.
No es casual, por cierto, que el Lineamiento 209 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución , comience diciendo que: “La
agroindustria azucarera tendrá como objetivo primario incrementar de forma
sostenida la producción de caña…”
De modo que, con
este comentario pretendo poner al tanto a los productores, especialmente a los
215 usufructuarios que se estrenan en esos menesteres, de las virtudes y
ventajas económicas, energéticas y ambientales que tiene el cultivo de referencia.
Así pues, la agroindustria
de la caña puede y debe contribuir a enfrentar, en un futuro inmediato, tres
importantes desafíos que hoy afronta la humanidad: La producción de alimentos,
el déficit energético y la preservación del medio ambiente.
De ese vegetal se
pueden obtener importantes producciones de energía eléctrica, alcohol
(biocombustible, materia prima), azúcar, mieles finales (para el consumo animal y otras producciones), biogás y
varios derivados más, con alto valor agregado.
Además de autosustentarse
tanto de la materia prima que requiere para su funcionamiento como desde el
punto de vista energético, la agroindustria azucarera es capaz de entregar
cantidades importantes de excedentes de electricidad al Sistema Electroenergético
Nacional (SEN) y otros subproductos y derivados. Tan significativo es el ahorro
de combustible que el país logra por esa vía, que algunos avezados en el asunto
lo identifican o le conceden la importancia de un nuevo pozo de petróleo.
Y no le falta
razón, porque el actual y futuro escenario la economía mundial se proyecta
sobre una fuerte dependencia del petróleo, lo cual crea condiciones para la
búsqueda de alternativas basadas en fuentes renovables y no contaminantes,
donde la caña ocupa un lugar destacado para el desarrollo de la bioenergía en
busca de la sostenibilidad y la protección del medio ambiente.
De modo que esas
características le confieren al polo agroproductivo azucarero especial protagonismo, en la batalla que libra
Cuba por incrementar los fondos exportables y a la vez sustituir importaciones.
En ese sentido, la
agroindustria azucarera tunera está llamada a desempeñar un rol decisivo, al
extremo de que solo por concepto de las producciones de los derivados debe
ingresar este año a la economía nacional más de 30 millones de pesos y una suma
nada despreciable en divisa, provenientes
de la exportación de alcohol y del comercio en frontera de rones especiales.
Pero sus ventajas
no solo se circunscriben al aspecto económico. En lo social su impacto
es tremendo, pues además de constituir la principal fuente de ingreso y de
empleo, las unidades productoras intervienen -con fuerza y dinero de su fundo-
en las reparaciones de consultorios del Médico y la Enfermera de la Familia , bodegas, parques
infantiles y otras instituciones, mejorando de esa manera las condiciones de
vida en los bateyes y asentamientos poblacionales que circundan las fábricas y
plantaciones.
De manera que, mi mayor deseo es
que estas observaciones sirvan de acicate y estímulo, para que los productores
no desmayen en el empeño de hacer realidad los planes presentes y futuros de siembra
y de avanzar sostenidamente en los rendimientos por hectáreas, hasta que la
provincia disponga de caña para 150 días de zafra.
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