jueves, 22 de septiembre de 2016

El valor del azúcar

“Si yo fuera tú me buscaría otro frente de que escribir porque el azúcar cada vez  más pierde fuerza, frente al empuje del turismo y del progresivo prestigio internacional que vienen alcanzado los servicios médicos cubanos, incluyendo medicamentos como el HEBERPROT-P para la úlcera del pie del diabético”.
Así me lo sugirió el amigo Ofir, pero con tal seriedad  que algunas de las personas a nuestro alrededor  movieron las cabezas y esbozaron una sonrisa, en señal de aprobación.
Cierto es que a mediados de la década del 90 el turismo superó al azúcar, desde antaño el principal sostén de la economía cubana, como fuente principal de divisas, tendencia que se ha mantenido hasta el presente, siendo el  2015, año de récord para el sector del ocio en Cuba, al arribar tres millones 524 mil 779 visitantes, lo que significó el 17,4 por ciento de crecimiento y un 11 de sobrecumplimiento del plan.
Aun así,  en la batalla que libra el país por la diversificación de los productos exportables, el azúcar mantiene un lugar importante, valía que en el caso concreto de Las Tunas, adquiere dimensiones especiales porque la producción del dulce sigue siendo y lo será, quien sabe hasta cuando,  el corazón de su economía.
De ello debemos estar claros los tuneros y sobre todo los trabajadores de la Agroindustria Azucarera, en cuyos hombros descansa  la histórica responsabilidad de lograr crecimientos sostenidos en los rendimientos agrícolas por hectárea y cumplir los planes de producción de azúcar, con eficiencia y bajo costo, tal y como lo plantean los Lineamientos  Económicos aprobados en el sexto Congreso del Partido.
Es precisamente el sector azucarero el que mayor incidencia tiene en la producción mercantil del territorio, el que más riqueza genera para mantener los logros en materia de  Salud Pública, Educación, Asistencia Social y los niveles de vida alcanzados por los tuneros.
Tan hondo ha calado este sector en la vida de los bateyes que el nacimiento de los mismos está indisolublemente relacionado con el surgimiento de los centrales, motivo más que suficiente para que sus moradores sientan como suya  tanto la victorias como los reveces sufridos en el quehacer productivo.
La zafra pasada fue unos de esos amargos momentos, pues ningunos de los tres centrales pudo cumplir sus respectivos planes de producción de azúcar,  incomoda posición  sobre la cual mucho se ha reflexionado y adoptado las medidas necesarias,  para impedir que la historia se repita en la campaña que ahora se prepara.
Al respecto cabe alertar que en el acápite  de las inversiones y reparaciones todavía queda mucho terreno por andar y escollo que vencer, de manera que a partir de ahora los paileros, mecánicos, ayudantes, torneros, operadores de equipos de oxicorte, especialistas y dirigentes deben emplearse a fondo y dar el máximo de sí  para dejar a la Agroindustria en condiciones de hacer zafra en el mes de octubre.
La etapa que transita es propicia, además, para puntualizar aspectos relacionados con la capacitación, atención al hombre y  la emulación, vertientes  en las que se precisa de iniciativas creadoras que permitan fortalecer esas direcciones de trabajo, tan útil y necesaria para elevar el conocimiento, fomentar el sentido de pertenencia, las motivaciones y robustecer  la combatividad  y  la certeza de que es posible, con el esfuerzo de todos, acelerar  la recuperación cañera y azucarera, en una provincia donde  ninguna otra producción puede sustituir el valor del azúcar.
De modo que, aun cuando frente al Turismo ha perdido jerarquía, del rublo más dulce de la economía nacional habrá que seguir hablando y escribiendo por tiempo indefinido, tanto más si en los momentos actuales el país está dedicando cuantiosos esfuerzos y recursos en la reanimación de su Agroindustria Azucarera.
Solo me resta por decir que la zafra que se avecina será magnifica oportunidad para que los trabajadores del sector en el territorio demuestren, con el cumplimiento del plan de producción, cuanta valía tienen el azúcar para el país y en especial, para Las Tunas.




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